Creer en la palabra de Dios
Creer En La Palabra De Dios
Me casé en octubre del 2012, aunque dicen que los primeros años de matrimonio son los más felices, para mí y sobre todo para mi esposo no lo fueron. Fueron años difíciles, porque yo era una mujer NECIA, pero para ese entonces no sabía nada acerca de ser mujer sabia o necia, solo era YO, quería que se hiciera lo que yo quería porque me creía la más perfecta y con menos errores de los que podía tener mi esposo. Nuestro primer aniversario fue horrible, peleas, discusiones, celos, en fin. Ya para junio del 2014 paso algo raro, me llego un correo de esta página “Nunca hables mal de tu cónyuge, tú la elegiste, le prometiste públicamente amarla, es parte de ti, al denigrarla te denigras a ti mismo. Si te desagradan los defectos de tu cónyuge, ayúdalo en privado, pero nunca lo dejes mal delante de los demás. Pasos para restaurar tu matrimonio…” hoy día aún no sé porque me llegó, pregunté a mi madre y a mi hermana, quienes sabían que tenía dificultades en mi matrimonio, si ellas me lo habían enviado, pero no fueron ellas.
El día que recibí ese “mensaje” se me aguaron los ojos, pero seguí con mi errada vida y nunca ingrese a la página. En noviembre de ese año quedé embarazada. Yo estaba feliz porque pensaba que el bebé nos arreglaría el matrimonio, pero mi esposo lo tenía claro, un bebé nunca arreglaría nuestros problemas, y obvio nunca estuvo feliz con mi estado pues proyectaba el hogar de peleas que le daríamos a nuestro hijo. Pasaban los días y la situación era más caótica, simplemente mi esposo no me soportaba, pero yo enfocada en mi dulce espera, hasta que pasó lo impensable: perdí en bebé en enero de 2015, fue devastador para mí, además del dolor de perderlo pensaba que era la forma en que mi esposo estuviera conmigo. Así pasaron los días y un día a finales de febrero tuve otra discusión con mi esposo y fue ahí cuando me dijo que lo mejor era separarnos, yo pensé que era el malgenio de él en el momento, pero no; me dejo de hablar, empezó a ser indiferente y el 5 de marzo llegué del trabajo y él estaba sacando sus cosas del apartamento y por más que le rogué, no quiso quedarse.
Cuando mi esposo se fue llevábamos 2 años y 5 meses de casados. Gracias a mi orgullo y al ánimo o consejos de las personas que me rodeaban pensaba que era él quien estaba perdiendo una maravillosa mujer, trabajadora, estudiada y de buenos principios.
En esa época yo iba de vez en cuando a un grupo de oración y había tenido muchas ganas de ir a un retiro Emaús, pero siempre pasaba algo que no me permitía ir; sin embargo, al mes que mi esposo se había ido me pude ir de retiro, fue una experiencia muy linda, fue la semilla de Dios que hacía falta en mi propia vida.
Pasaban los días, pero por más que le pedía a Dios, sentía que mi vida no tenía sentido, muchas veces pensé cosas feas, que solo Dios tiene la disposición de pensar y decidir; y obvio en el trabajo bajé mi rendimiento. No podía comer, no podía dormir, con los días hasta mi familia le daba rabia conmigo porque yo me la pasaba llorando, entonces poco a poco, cada vez me sentía más y más sola.
El desierto apenas comenzaba…gracias a Dios conocí a un chico seminarista, hoy día retirado y un gran amigo. Me apoyé mucho en él, hacíamos oración por teléfono, era la única forma de calmar mi aflicción y dejar de llamar por teléfono a mi esposo.
Mis rutinas diarias eran orar, ir al grupo de oración, visitar el Santísimo casi todos los días; no se imaginan lo milagroso que es. Un día en confesión un Padre me dijo: “Pídale a Él (señalando al Santísimo), lo que no pueda hacer Él, no lo hace nadie sobre la faz de la tierra”! y bueno a eso fue lo que me dedique.
De vez en cuando mi esposo iba al apartamento y yo lo atendía lo mejor que podía, igual seguía siendo su esposa, al comienzo lo hice por instinto, pero ya después que empecé a leer de esta página, leí el libro “Como Dios puede y quiere restaurar su matrimonio” (se descarga gratis por internet) y lo atendía con más convicción. También con los días conocí qué era ser mujer necia, y fue cuando comprendí que la que tenía mayor responsabilidad en la decisión de mi esposo había sido yo!, pero cómo mejorar?, como cambiar si no tienes a la persona ahí a tu lado para demostrárselo?
Le empecé a pedir a Dios por la restauración de mi hogar, a veces sentí que no me escuchaba, hasta que un día mi amigo, el seminarista, me enseñó a “Pedir Palabra” en la Santa Biblia y…fue maravilloso…hoy día sé que Dios nos habla, pero en ese momento dije: que coincidencia! Y me pareció hasta chistoso o que mi amigo había hecho que saliera ese texto en oración, nos salió Isaías 62, mi amigo me decía: “Esa la promesa de Dios para ti, imprímela, léela todos los días, reclámasela a Dios”, pero como hacer esto?…hasta que entendí que era hablarle con nuestro corazón a Dios, aunque a veces entre más sabía y me daba cuenta de mis errores, no podía ni orar, solo lloraba y lloraba frente al altar, frente al Santísimo, o simplemente frente al altar que tengo en mi apartamento.
Los días pasaban y cada vez mi esposo me visitaba menos y me hablaba y presionaba más por el divorcio. El por su lado, él se dedicó a lo que se dedican algunos hombres cuando abandonan el hogar: mujeres, rumba y licor y a cambio recibió: ruina económica; esto también me lo mostró Dios que sobrevendría por medio de su palabra, en las lecturas de Job cuando oraba por mi esposo.
Los días eran eternos, habían días que tenía muchas esperanza, otros me sentía perdida, sin saber que más hacer. Trataba de salir con mis amigas, aunque esto era en vano porque mi alma, mi corazón estaban con mi esposo. Ningún plan me gustaba.
Para mayo, recuerdo que mi esposo decidió viajar a las fiestas de otra ciudad y a mí me dio una ansiedad por llamarlo (en ese momento no sabía que había viajado), aún sabiendo que el consejo de todo el mundo era no hacerlo. Pues lo llamé y estaba tan distante, parecía otro y en medio de la conversación me dio a entender que ya tenía otra ilusión, otra mujer. Atando cabos, sé que la noche que el la conoció, yo estaba sola en mi apartamento y me entró una depresión, mi corazón tal vez presentía lo que estaba sucediendo, yo sin saber que él había viajado. Ese fin de semana y lo que él vivió, le dio fuerzas para contactar un abogado y enviarme a la semana siguiente los papeles de divorcio.
Gracias a Dios tuve un “trípode” le llamo yo, que me ayudó en este desierto, fue mi amigo el seminarista y dos amigas del trabajo, ellas muy piadosas y creyentes, que también me ayudaban a conocer la palabra y las obras de Dios, siempre estuvo alguno de ellos tres que no me dejaban dudar de Dios y de su propósito.
Yo seguía en la lucha, evadiendo la firma del divorcio, orando y otras veces ayunando. Una vez por 9 días me levanté a las 3 am a rezar el Santo Rosario, y en las tardes a las 3.pm hacia el Rosario de la Misericordia.
Un día de junio, por un curso de la empresa conocí a un psicólogo y hablé con él acerca de mi situación y supe que daba terapias de pareja, yo pensé en ese momento que era la única manera (terrenal y racional) de llegar a mi esposo, pues él es muy lógico, muy racional. Bueno me arriesgué y le dije que hiciéramos terapia de pareja, su respuesta fue un NO rotundo, pues “no quería desgastarse en una decisión ya tomada, ni crear falsas esperanzas”.
Mi única opción: orar. Así que Dios me regalo por medio de su palabra que me regalaría las terapias con mi esposo por medio de Nehemías 2; 10-20, y esto fue mágico! Hermanos mi esposo a los pocos días accedió a la terapia…esto fue como en julio, la terapia tenía dos opciones, que nos reconciliáramos o que entendiéramos (sobre todo yo) que lo mejor para los dos era el divorcio.
No fue fácil encontrarnos en las terapias pues me saludaba como una amiga, duramos casi un mes yendo cada uno por aparte y la sesión final era un cara a cara para saber si queríamos intentar un noviazgo…yo estaba que me moría de los nervios porque veía a mi esposo muy seco, así que realmente dudé…pero cuando me dijo que lo quería intentar fue mi mayor felicidad, pero no fue completa porque era como novios
Ahí el orgullo se peleaba con la emoción, pero bueno lo poco era ganancia. Era curioso, porque era reconquistar a alguien ya conocido. No fue fácil, pues en nuestras salidas lo veía al teléfono con “alguien”. Era tan difícil no pelear, no discutir, no darme mi lugar. Lo único que sé es que él se dio cuenta que supe de la presencia de “ella” en su vida (la que conocio en su viaje).
Pasaban los días y yo tenía que seguir al pie de la lucha, siendo estratégica. Mi “trípode” siempre me decía: esto es una batalla espiritual y ya sabes qué tienes que hacer! Orar, inclusive orar por ella.
Estuvimos como un mes largo de novios, yo me moría por decirle que ya regresara y que volviera a vivir conmigo, pero lo que hacía era pedirle a Dios que acercara ese momento y que El pusiera en el corazón de mi esposo ese deseo de regresar.
Un día nos quedamos de encontrar en el apartamento, él estaba hablando telefónicamente con ella, supongo que ella le hacía algún tipo de reclamo, él no se había fijado que yo había llegado y señores! lo que faltaba!: ella le dijo que estaba embarazada! Mi esposo en ese momento no me lo contó, solo me dijo que le dejara arreglar unos asuntos para saber si podía estar conmigo y salió y se fue. Yo quede destrozada, pero mis amigas y una amiga de mi grupo Emaús, me decían que eran ataques del Demonio. Tuvieron que pasar 2 semanas, hasta que mi esposo pudo encontrarse con ella para saber la verdad…todo había sido una artimaña! Gloria a Dios!
Seguíamos de novios, yo todos los días le pedía paciencia a Dios y el 6 de septiembre estaba arrodillada frente a mi altar, cuando mi esposo abrió la puerta del apartamento y llegó con su maletica de regreso a nuestro hogar.
Fueron 6 meses exactos atravesando ese desierto de la separación. Mi Señor Jesús y con la intercesión de la Virgencita hicieron posible lo imposible: regresarme a mi esposo después que él ni me quería ni hablar, ni me soportaba.
No ha sido fácil, más cuando por la naturaleza humana se vuelve a caer en los mismos errores, pero les cuento que ese diciembre (2015) Dios me dio la dicha de quedar embarazada (contra todos los pronósticos de los doctores) este es otro milagro en mi vida, pues el mes anterior había tenido otro aborto involuntario y ya me había hecho a la idea que no podría ser madre, pero nuevamente Dios se manifestó en mi vida y mi hijo nació vivo, se llama Juan José y es el mayor motivo de nosotros para estar unidos y luchar día a día por nuestro matrimonio.
Hoy día (2019) sé que todo pasó con un propósito, y Dios tenía todo tan fríamente calculado, que todo el desierto fue perfecto, todo pasa por algo, simplemente no perdamos la fe, porque Dios es un Padre consentidor demasiado bueno, y nos concede los anhelos de nuestro corazón si lo pedimos con fe y humildad. Hay que buscar siempre de Él y más si se está bajo el sacramento del matrimonio. Es una unión de 3, un Lazo de tres hilos.