La gracia de recibir la Divina Misericordia de Dios

 

La gracia de recibir la Divina Misericordia de Dios

Queridos hermanos:

Ha pasado ya un año y unos meses de la partida de mi amado esposo, a la casa del padre.

Inicio mi testimonio, dando Gracias a Dios, por haber derramado su infinita y divina misericordia sobre mí, sobre mi esposo y sobre mis hijos. Alabo  y glorífico a Dios porque me ha dado la gracia de poder reconocer y afirmar que es un padre bondadoso que no abandona a sus hijos en ningún momento y que es un Dios fiel a su promesa por encima de toda adversidad. De reconocer que su hijo amado nuestro Señor Jesucristo está vivo y presente hoy día entre nosotros y sigue haciendo milagros.  De tener la plena certeza que la Santísima Virgen María, es nuestra madre y que como madre es una gran intercesora, que nos acoge bajo su sagrado manto, nos proteje y nos guía hacia su amado hijo JESUS .

Tal vez como a muchos nos ha pasado, la crisis llegó cuando pensábamos que era el mejor momento de nuestro matrimonio. Cuando más tranquilos y seguros nos sentíamos de que  todo estaba bien. Pero de repente empezamos a notar cambios en el comportamiento de nuestro cónyuge.  Acabábamos de cumplir 15 años de feliz matrimonio. No lo había notado, pero hubo grandes cambios  en el actuar de mi esposo, día tras día llegaba cada vez más tarde y salía más temprano a su trabajo. Nuestra comunicación era buena, me contaba su día a día, los inconvenientes en su trabajo, hasta que había llegado una persona nueva a la que él tenía que enseñar y aceptar como asistente, lo cual antes no había sido necesario y eso le incomodaba mucho. Pasaban los días y esa incomodidad se fue convirtiendo en admiración por aquella persona, me hablaba cada vez más de ella, pero ya con términos más agradables y hasta con elogios. Nunca me sentí mal con esto, porque él en ningún momento cambió conmigo.

Regresamos de celebrar el día del padre y en la noche cuando ya todos dormíamos llegó a su celular un mensaje muy claro de su amante, con un ultimátum. Mi vida se vino al suelo, todo cayó de la nada. Me enceguecí, mis sentidos se alteraron totalmente y tomé la peor decisión de mi vida: le dije a mi esposo que se fuera de casa. El se marchó físicamente por un mes ya que a diario nos llamaba, hablaba con nuestros hijos y conmigo, estaba muy pendiente de nosotros en todo momento y al cabo de este tiempo, me llamó, pidió perdón y regresó a casa. De nuevo La Paz y la felicidad estaban en mi hogar. Pasaron 6 meses y un día que tuve un inconveniente en mi trabajo, regresé temprano a casa y me estrellé con la más dura realidad: mi esposo seguía con su romance. Sus palabras fueron muy duras :”hemos intentado todo, pero necesito estar con ella” , se clavaron como mil cuchillos en mi corazón y en mis sentidos.  Mi orgullo y mi dignidad no se hicieron esperar y nuevamente mis palabras fueron : “cuando regrese, no quiero verte aquí, vete de casa”.  El se marchó, y a las dos horas de haber salido de casa me envió un mensaje de texto, diciendo: “no entiendo qué ha pasado, pero voy a regresar a casa, te amo”,  en ese momento me di cuenta del terrible error que yo había cometido. Al regresar, su closet estaba vacío, solo había dejado una nota.  Mi vida  nuevamente se fué por ese hoyo negro. Me sumí en el más terrible dolor. El ídolo que yo había hecho de mi esposo, se rompió en mil pedazos. Pasaban los días y mi esposo llamaba a diario a los niños y a mí , en la mañana, en la tarde, en la noche, estaba presente en cada momento. Hablábamos mucho por teléfono y siempre terminaba nuestra conversación con :”voy a regresar a casa”. Yo sumergida en mi dolor, vivía al son de lo que me dijera cada persona, oraba porque así me lo decían, iba a un lado, a otro y a otro, inclusive llegué a tocar los caminos  del esoterismo, que nunca debí pasar.  Pero la divina misericordia de Dios no se hizo esperar y salió a mi encuentro. Fué un día muy difícil en mi trabajo, soy Administradora Turística y tenia a cargo una agencia de viajes mayorista, ese día surgió un problema y mi jefe me había tratado muy mal y yo tenía que realizar una vuelta de la oficina muy importante, salí llorando, tomé un taxi y ni siquiera le pude hablar al taxista nada. El señor detuvo el carro y tampoco dijo nada. A los pocos minutos empezé a escuchar en la radio a alguien que con las más hermosas palabras alababa y bendecía a Dios, lloraba dando gracias a Dios, y se sentía feliz. Le pregunté al taxista quién era y me dijo el Padre Gustavo García (qepd ) un sacerdote del Minuto de Dios.  En el corto recorrido escuché las palabras más fuertes y hermosas que jamás había escuchado, a ese Dios que siempre dije creer pero que nunca había tenido en mi corazón.  Era la prédica “Qué hacer, cuando no hay nada que hacer”.  Al bajar me dijo, vé a la EUCARISTIA con este sacerdote.  A los pocos días fuí y encontré algo que nunca había oído ni visto en toda mi vida: a Dios presente y real. Y empezó a hacerse el encontradizo en cada momento de mi día a día, por una persona en la calle, por un letrero, en alguna canción, en las palabras de mi esposo. Y en una frase que me llamó poderosamente la atención: “jesussalvamifamilia”,  que  de un momento a otro se hizo presente en la pantalla de mi computador. Había llegado por casualidad a esta página???

Ingresé al portal y me sumergí totalmente en un mundo desconocido para mí. Me di cuenta que simplemente dejamos en aquella iglesia el día que  nos casamos a Dios. No lo invitamos a ser parte de nuestra vida, después de su bendición.

Mi vida empezó a cambiar. EUCARISTIA diaria, rezo del santo rosario, confesión frecuente, charlas, talleres.  En alguno de estos talleres conocí a los esposos Isabel Botia y Humberto Diaz, miembros del Pontificio para la familias en el Vaticano, quienes me acogieron muy calurosamente y día a día me han acompañado hasta el día de hoy en mi proceso de restauración.  Aprendí a estudiar a Dios, a conocerlo, a vivirlo.   Mi vida personal, empezó a cambiar, me reencontré conmigo misma y a tener conciencia de mis errores y defectos, De reconocer mis pecados y mis fallas. Pero la Relación  con mi esposo cada vez empeoraba en actitudes de él hacia mi, a pesar de que  sus palabras seguían siendo las mismas :”todo va a cambiar, pronto voy a regresar a casa”.  Yo empecé mi batalla espiritual y siguiendo los tres pasos de jesussalvamifamilia,  mi esposo empezó a sentir y ver mi cambio. Terminó su relación con aquella mujer. Pasó un tiempo solo y cada vez más cerca de nosotros. Yo empezé formación en mi parroquia y me vinculé al equipo EMPA (equipo misionero parroquial) y a hacer servicio en la parroquia, tenía muchas actividades, cursos y tareas. A Mi esposo le gustaba verme en lo que hacía y me colaboraba y me dio su apoyo. Nuestras conversaciones diarias seguían, hablábamos mucho, y los días que recogía a nuestros hijos compartíamos momentos muy agradables los 4.  Aunque en ocasiones, también habían palabras duras, días insoportables de su ausencia, desplantes….

Un día al salir para la asamblea semanal del minuto de Dios, recibí la notificación que debía presentarme a un juzgado para llevar a cabo la demanda de divorcio. Otra vez mi vida se derrumbó por completo. Pero esta vez con algunas amigas que me dieron su apoyo, fuimos a la asamblea y yo le presenté este documento a Dios. Lloré, clamé imploré por su divina misericordia.  A los pocos días mi esposo llegó a casa y me dijo que no me presentara a la citación del juzgado, que destruyera ese documento, que él nunca se iba a divorciar de mí.  Nos abrazamos, nos besamos y volvió la esperanza. Pero, después  de unos días el maligno no se hizo esperar y volvió a atacar de nuevo, las cosas con mi esposo se volvieron cada vez más difíciles, cambió su manera de ser, de pensar y de actuar. Aunque en algunos momentos era muy especial conmigo, me pedía perdón y seguía repitiéndome que pronto iba a regresar a casa. Mis ánimos y anhelos de la restauración iban disminuyendo, pero la misericordia de Dios no se apartaba de mi.  Vino una gran crisis económica, perdí mi empleo, tenía unas deudas enormes con el banco, bloqueados todos los accesos, la mensualidad del colegio de los niños varios meses atrasada, notificaciones, llamados de atención , el mercado en casa cada vez era más escaso. Y mi esposo empezó a llevar una vida de lujos, viajes, tuvo un ascenso en su trabajo, hizo una especialización de su carrera, salía con amigos y disfrutar su vida con un nuevo amor(del cual en ese momento yo no sabía nada) . Cada vez había más mentiras, más palabras duras, más insultos, más reproches.  A pesar que yo estaba muy firme en mi fe, tenía momentos de estar literalmente tirada en el suelo, desconsolada viendo cada vez más oscuro mi panorama y cada día más lejos la restauración de mi matrimonio.   Mi esposo dejó totalmente de ayudarme económicamente . Pero algo que si tenía muy claro y era muy evidente, es que Dios siempre me tendía su mano.   Fueron muchos meses bastante difíciles, que sólo  con la mano misericordiosa de mi amado Jesús pudimos sobrellevar.  De la parroquia el padre me enviaba mercado cada mes, una amiga me enseñó a tejer unas bufandas que vendía y con esto pude solventar algunos gastos, las reuniones con jesussalvamifamilia, eran mi sostén para no desfallecer, recibir un oracional diario sobre restauración matrimonial era la esperanza de que yo también iba a dar mi testimonio. Mi vida estaba sumergida totalmente en Dios. Orando, ayunando y suplicando por la sanación y restauración de mi familia. Pero cada día las cosas empeoraban más y más.  Tuve momentos de debilidad que me llevó a cometer grandes errores, mi salud decayó considerablemente, la relación con mis hijos se deterioró y a pesar de mi constante oración, mis súplicas  a Dios, mis entregas, mis devocionales,  nada cambiaba. De vez en cuando pensaba en los tantos años que habían pasado en ésta crisis.  Mis ilusiones cada vez se iban agotando más. Hice la Penitencia por Amor y surgieron cosas maravillosas: tuve la oportunidad de sanar y reparar pecados ínter generacionales y algo muy hermoso: antes de casarnos tuve un aborto natural,  del cual nunca tuve plena conciencia. Empezé la preparación para poder ofrecer a Dios a mi bebé no nacido. Le comenté a mi esposo y él me apoyó totalmente. En una visita al Santísimo Sacramento el Señor me reveló el sexo del bebé, y le pedí a mi esposo que él le pusiera el nombre. Mi esposo fue también al Santísimo y allí el Señor, le reveló el nombre del bebé. Fue una experiencia maravillosa para mi esposo porque tuvo un encuentro real con Dios y ésto le marcó profundamente. Fuimos los dos a la eucaristía   ofrecimos a Dios  a nuestro bebé que desde ese día se convirtió en ese angelito que nos acompaña en todo momento. Tener la plena conciencia de que fue un hijo vivo nuestro, y darle un lugar especial, nos marcó mucho. Esto nos unió más con mi esposo, nuestras conversaciones se volvieron nuevamente a nuestra familia, a recuperar nuestro hogar a volver a estar juntos, me visitaba entre semana en las mañanas, mientras los niños estaban en el colegio, me conquistaba, me enviaba regalos, detalles, me consentía, teníamos intimidad.  Yo estaba feliz. Cada día mis oraciones eran de agradecimiento y más entrega a Dios. Estaba viendo los resultados a todas mis oraciones.  Mi esposo pagó todas mis deudas, se puso al día en los colegios de los muchachos y mensualmente empezó a dar una mesada, hizo arreglos en nuestro apartamento, todo iba cambiando poco a poco, compartíamos momentos muy especiales con nuestros hijos, teníamos más intimidad, todo iba muy bien.  Pero no se concretaba nada. Mientras tanto al otro lado de la montaña él tenía una doble vida: seguía  su relación con la OM. A mí, siempre me negaba todo, decía que no tenia a nadie, que estaba solo y así parecía.  Me enteré otra vez, que tenía un nuevo amor. Derrumbada caía vertiginosamente al precipicio de nuevo. Después de una crisis muy fuerte de depresión , el Señor nuevamente me tendió su mano y me sacó de aquel hoyo. Tomé la  decisión de no luchar más. De soltar completamente a mi esposo. Sin nada de fuerzas lo entregué en las manos de Dios. Fui a una peregrinación con Jsmf a Chiquinquirá y allí en las manos de la Santísima Virgen le entregué a mi esposo. No volví a contestar una sola llamada de mi esposo, no volví a preguntar por él,  ni siquiera pensar en él. Fuí muy radical en mi decisión.  Decidí tirar la toalla. Pero Dios no quería eso, recogió mi toalla me la devolvió y me dijo que esta batalla era de los dos y que aún no había terminado. En los  siguientes días sucedieron una cadena de eventos que cambió todo: tuve un accidente  , una caida muy fuerte y me lastimé bastante una rodilla, mi hijo tuvo que ser hospitalizado y mi esposo recibió la más terrible noticia: cáncer de estómago.  Me llamó a darme la noticia, lo escuché en total silencio, y al terminar la conversación   sólo pude  decirle que dejara todo en manos de Dios y fuera a la confesión.  Me contestó mal, con palabras duras. No hice nada, no dije nada, solo oré y se lo devolví a Dios y continúe con mi vida.  A los dos días siguientes yo estaba en un curso de la Pastoral de la Salud y sin saberlo mi esposo había regresado a casa.  Nos reunió a mis hijos y a mí, nos pidió perdón y quería continuar su vida al lado de nosotros. Vino la cirugía, el tratamiento y durante tres meses fué de total recuperación. Tuvimos un gran acercamiento a Dios, mi esposo se fué entregando poco a poco. Hablábamos de nuestro futuro, planes, proyectos. Pero el enemigo seguía rondando, como León, buscando como devorar y destruir.  Habían personas amigas con buena intención pero totalmente alejadas de Dios que llevaban “remedios” para su mejoría. Yo me sentía incómoda y rechazaba esto pero tanto él como su familia me decían que era muy radical. Esto dió paso a ser rechazada y volverme para ellos incomoda. Empezé a sentir y ver cosas que no estaban de acuerdo a los lineamientos de Dios, volví a empezar a luchar, pero la batalla con el enemigo cada día era más fuerte.  Hubo una gran confusión en todo sentido. Hasta que un día mi esposo me dijo que no podía seguir lejos de “su amiga” (como él la llamaba). Me rechazo de nuevo y que lo dejara seguir adelante. Traté de hablar pero él se alteró.  Su mamá al ver la situación me despidió de su casa y textualmente me dijo “déjelo libre, si para que él se sane yo tengo que llamar a esa muchacha, así lo haré ” y tal cual fué. Yo salí esa noche de esa casa y la OM, entró a la mañana siguiente.  Fueron los peores días de mi vida. El dolor extremo, se apoderó de mí. Pase varios días encerrada en mi cuarto destrozada completamente, llorando, sin comer y perdida  totalmente del mundo exterior. No aceptaba si quiera que mis hijos me hablaran.  Nuevamente El Señor con su infinita misericordia, me tomó de su mano y me sacó de allí. Asistí a una reunión de jsmf, una amiga me invitó  a celebrar el día de la Virgen de Guadalupe y fuimos con mi hija al cerro de Guadalupe en Bogotá, fué un día muy especial de encuentro con mi amada madre. Poco a poco fui saliendo de mi letargo y retomando mi vida con la ayuda de la comunidad de mi parroquia que desde el momento que se enteraron de la enfermedad de mi esposo, nos brindaron total apoyo y solidaridad. Y a mí no me soltaron ni dejaron sola después de saber que mi esposo había decidido sacar a la luz y vivir en pleno el adulterio.  El 24 de diciembre mi esposo tuvo una terrible crisis, sufrió una recaída muy fuerte, fue hospitalizado, tuvo un paro cardiaco, ese día me presenté en el hospital pero su hermana no me permitió ingresar, diciéndome que mi presencia lo alteraba. El estuvo varios días en cuidados intensivos. Un día antes de mi cumpleaños él mismo me escribió un mensaje diciendo que ya estaba saliendo de la clínica, que me agradecía inmensa mente mis oraciones. Me deseó un feliz cumpleaños y me pidió perdón.  Yo no podía creer esas palabras, estaba feliz. El Señor nuevamente me hizo un gran regalo y una persona de la comunidad parroquial me obsequió de cumpleaños el retiro de Juan XXIII, asistí y fue el cumpleaños más hermoso de mi vida, tres días de reflexión, oracion, entrega a mi Señor nuevamente. Estuve más recuperada emocionalmente, pero como sabia que mi esposo estaba feliz con la OM, decidí nuevamente no tener ninguna noticia de él, hable con mis hijos y les pedí que no me contaran nada y yo no volví a preguntar por él. Sólo me dediqué a orar por su salud y a entregárselo cada día a nuestro amado Señor para que lo librara del pecado en el que estaba sumergido. Oraba por su sanación, liberación y conversión. A los pocos meses tuvo  un detalle muy agradable con nosotros  y mandó a hacer unos arreglos en el apartamento. Me escribió diciendo que mis hijos y yo merecíamos  vivir bien, y que nos daría lo mejor de él, nuevamente me pidió perdón . Pero las cosas no cambiaban. En el mes de marzo el 26, día de nuestro aniversario de matrimonio, me llamó por teléfono y me dijo, textualmente: “que recordaría con agrado por siempre esa fecha, que a  pesar de que estaba “supuestamente” con las personas que quería y pensaba que hacía cosas que lo hacían feliz, sentía un gran vacío, me pidió perdón” y colgó. Esa llamada me traspasó nuevamente mi corazón y me lastimó profundamente, otra vez caí en una depresión muy fuerte, mi salud se deterioró gravemente y estuve enferma un buen tiempo. Me alejé de todo el mundo, me encerré en mi cuarto de nuevo, otra vez mi panorama se oscureció totalmente. Esta vez pensé y sentí que era mi fin, tenía en mi mente que ya no me iba a recuperar que ya mi vida no tenía sentido, que ya no tenía ningún motivo. Fué la deserción total. Pasaba mucho tiempo sola, porque mis hijos a pesar de todo seguían su vida, sus estudios y al lado de su padre. Lo visitaban muy seguido y acompañaban mucho. Nuevamente El Señor tomó en sus manos las riendas de mi vida, me llevó a su casa a estar en su presencia en el Santísimo Sacramento del Altar, tuve un momento de paz y tranquilidad ante su presencia y estando allí, unas amigas de la parroquia me llevaron a un cumpleaños y allí surgió la idea de retomar mi actividad laboral. El día 13 de mayo, fui a la Eucaristia y le pedí a Santísima Virgen me ayudara con un empleo. Ese mismo día una de esas amigas quien tiene una empresa, me llamó, que si me interesaba un trabajo fuera a una entrevista en la tarde. Y allí empezé a trabajar con contrato desde Junio 1.  Volví a retomar mi vida. El mejor trabajo que haya podido tener, con un horario muy flexible, cerca de la casa, podía ir caminando y la empresa consagrada a Dios, antes de iniciar labores se hacía oración. Nuevamente estaba en los caminos del Señor. Del salario, nunca se habló nada, yo sólo le dije al Señor :”Tú vas a ser quien me dé el dinero que necesito” y oh sorpresa, un muy buen salario mensual. Bendiciones?, otra vez llegando a mi casa.

Pero Dios en su infinita misericordia no nos desampara, ni permite que ninguno de sus hijos se pierda.  Siempre está atento a ir en busca de su oveja perdida y rescatarla cuando está realmente perdida. El día 14 de junio de 2016, recibí un mensaje de texto de la hermana de mi esposo, diciéndome que por el bienestar de él, ella consideraba que yo fuera a verlo .   Esas palabras me causaron pánico, y como yo veía que el panorama era de total felicidad en la vida de mi esposo, supuse que había tomado decisiones. Con un gran temor fuí esa noche a encontrarme con mi esposo. Al llegar allí su hermana me recibió bien, y al entrar al cuarto, la escena fué totalmente diferente a como yo me imaginaba. Mi esposo estaba en una situación de salud muy desmejorada, totalmente irreconocible. Como pude me acerqué a él, pues la impresión que me dió al verlo tan mal, me destrozo totalmente. Me tomó de la mano, me sonrió y me dijo: “perdón, siempre serás mi piedrita” (como cariñosamente me llamaba), tú eres a la única que amo, perdóname me equivoqué”.  Yo me acerqué le dí un beso, le dije que lo amaba.  Su estado de salud estaba totalmente deteriorada. El médico se acercó le dió atención y lo pasaron a una cama para que estuviera mejor. Allí en un momento de descanso mi esposo pidió que rezáramos un Santo Rosario, lo hicimos, yo le pediía a la Santísima Virgen que lo acogiera bajo su manto, él lo terminó se persinó y descansó. Se quedó dormido. Al poco tiempo, su hermana nos avisó que había fallecido. Mi reacción fué de agradecimiento a nuestra Madre Santa que lo acogió en su seno maternal y lo llevó a la presencia de Dios Padre. Un momento bastante difícil. Qué dolor tan grande fue ver al amor de mi vida partir definitivamente de mi lado. Sentir que esa “sola carne” se desprendía de mí. Pero al mismo tiempo tener la iluminación del Espíritu Santo, que el Señor había escuchado mis suplicas de no permitir que mi esposo siguiera sumergido en el terrible pecado del adulterio. El Señor por encima de todo y de todos, salvó el alma de mi esposo, permitiéndole purificarse a través de esa terrible enfermedad y que lograra disfrutar dela Casa Celestial, siendo llevado por la madre amorosa en sus brazos.

A partir de ese momento el temor de estar sola con mis hijos, se apoderó de mí. Cada día pensaba una y otra vez, que sería de nosotros. Sería yo capaz de ver por mis hijos? Tendría la misma capacidad que tenía mi esposo de educar bien mis hijos? De hablarles adecuadamente ?   De qué íbamos a vivir? Cómo íbamos a subsistir económicamente ?  Pues El Señor, no tardó en contestar mis preguntas,  a los pocos días la hermana de mi esposo nos habló a mis hijos y a mí que mi esposo había hablado con un abogado días antes de morir.  El abogado se contactó con nosotros y nos citó en su oficina. Era un colega de mi esposo, con quien había estudiado en la universidad, era su amigo.  Mi esposo le hizo la aclaración que él, nunca se había separado físicamente de mí, no había dejado su hogar y que las únicas personas que tenían derecho y debían hacer los trámites legales eran “su esposa” y sus hijos. A las pocas semanas del banco en el que mi esposo trabajó por muchos años, nos contactaron y se dio el pago de un seguro de vida, prestaciones sociales de mi esposo y otros pagos, el Señor nos devolvió todo lo que un día el enemigo nos robó. Se cancelaron absolutamente todas las deudas y se aseguró la universidad de mi hija, recibimos el apartamento y un automóvil que un día temí había perdido. Y poco a poco fuimos recuperando todo y más de lo que un día perdimos. Pero los milagros y bendiciones del Señor no habían terminado, pasados más de 6 meses recibimos la noticia que se había aprobado la pensión de sobreviviencia y hoy día gozamos de una pensión vitalicia, cuán grande es el Señor, absolutamente todo y más me fue devuelto. Hoy después de 19 meses sin la presencia física de mi esposo, vivo el día a día en agradecimiento total al Señor, entregando y consagrando mi  vida y la de mis hijos a su servicio. El señor me sigue protegiendo y cuidando, enviándome personas para ayudarme a salir adelante. En este momento estoy cursando el segundo semestre de Psicología, dicto talleres de Proyecto de Vida y Resiliencia, sirvo en varias pastorales en la parroquia donde vivo y como servidora en Jesus Salva Mi Familia.  El Señor es grande y maravilloso, cuida de cada una de sus ovejas. No importa cuan grande y oscuro se vea nuestro dia a dia, El Señor todo lo puede cambiar en un segundo.  Confiemos plenamente en su infinita misericordia.

“Pero yo clamé a Dios; el Señor me salvará. Me quejaré y lloraré mañana, tarde y noche  y él escuchará mi voz. En las batallas me librará; me salvará la vida, aunque sean muchos mis adversarios”.  Salmo 55: 17-19