Pregunta: ¿Si yo me fui, por que debo volver con mi cónyuge?

A veces, cuando nos alejamos de nuestro hogar, nos preguntamos por qué deberíamos volver. Queremos respuestas rápidas y soluciones mágicas para nuestra situación, sin entender que el verdadero cambio requiere un compromiso sincero con Dios y con nuestra propia transformación. Al igual que el hijo pródigo, que se alejó de su hogar en busca de una vida mejor, nosotros también podemos encontrar en el regreso a casa una oportunidad para renovarnos y reconciliarnos con Dios, con nuestros cónyuges e hijos.

Dios tiene razones profundas y llenas de amor para llamarnos de vuelta a nuestro hogar. En el libro de Malaquías, encontramos una advertencia clara sobre el pacto del matrimonio y la fidelidad que Él espera de nosotros: «Y esta otra cosa hacéis también vosotros: cubrir de lágrimas el altar de Yahveh, de llantos y suspiros, porque él ya no se vuelve hacia la oblación, ni la acepta con gusto de vuestras manos» (Malaquías 2, 13). Dios no acepta sacrificios vacíos ni actos de arrepentimiento sin una verdadera conversión del corazón.

El motivo principal para volver a tu hogar radica en el cumplimiento del pacto que hiciste ante Dios. Él es testigo de nuestra alianza matrimonial, como se menciona en la Escritura: «Y vosotros decís: ¿Por qué? Porque Yahveh es testigo entre tú y la esposa de tu juventud, a la que tú traicionaste, siendo así que ella era tu compañera y la mujer de tu alianza» (Malaquías 2, 14). Este pacto no es una simple promesa humana, sino un acuerdo sagrado que Dios honra y vela por él.

Dios nos llama a cuidar nuestro espíritu y no traicionar a nuestra esposa o esposo, como se nos enseña en Malaquías: «¿No ha hecho él un solo ser, que tiene carne y espíritu? Y este uno ¿qué busca? ¡Una posteridad dada por Dios! Guardad, pues, vuestro espíritu; no traicionéis a la esposa de vuestra juventud» (Malaquías 2, 15). Nuestro regreso al hogar no es un simple acto de obediencia, sino una respuesta a un llamado divino para restaurar lo que una vez se rompió.

Además, Dios aborrece el repudio y la injusticia en el matrimonio: «Yo odio el repudio, dice Yahveh Dios de Israel, y al que encubre con su vestido la violencia, dice Yahveh Sebaot. Guardad, pues, vuestro espíritu y no cometáis tal traición» (Malaquías 2, 16). El regreso a tu hogar es una oportunidad para reconciliarte con Dios, en lugar de seguir el camino del abandono y la separación.

Recuerda la parábola del hijo pródigo, en la que Jesús nos muestra la alegría del padre al ver a su hijo regresar: «Porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado» (Lucas 15, 24). Así como el padre recibe al hijo con los brazos abiertos, Dios también te recibe con amor y alegría al regresar a tu hogar.

Volver a tu hogar es una oportunidad para vivir el verdadero significado del pacto matrimonial, para sanar y crecer en la fe. Dios no puede cambiar su palabra, pero ofrece su misericordia y su gracia para transformar nuestras vidas. Él tiene el poder de convertir cualquier situación en una bendición, de restaurar lo que está roto y de darnos un futuro lleno de esperanza.

Así que, si te preguntas por qué debes volver, recuerda que el regreso a tu hogar es el primer paso hacia una renovación espiritual y una obediencia a la voluntad de Dios. Él te está esperando con los brazos abiertos, listo para abrazarte y guiarte en el camino hacia una nueva vida en su amor y paz.

Dios te bendiga en tu regreso y te acompañe en cada paso hacia la reconciliación y la paz.