Pregunta: ¿Debo demandar a mi cónyuge para la manutención/dinero de los niños/hijos?
¿Debo demandar a mi cónyuge por manutención?
Esta es una de las preguntas más frecuentes del grupo, y es complejo contestar cuando las relaciones de pareja se degradan tanto que el cónyuge que quedó viviendo con los hijos no tiene cómo mantenerlos ni alimentarlos, y uno de los padres (por lo general el hombre) se olvida totalmente de ellos.
El consejo que damos regularmente es: NO DEMANDES, NO lleves a tu cónyuge ante el juez y las autoridades, evita al máximo esta situación. Pero si llega a ser inevitable, SOLO RECLAMA LO JUSTO, ni una moneda de más. No hacerlo es un gran acto de fe, pero Dios recompensará tu confianza. La palabra de Dios contiene promesas hermosas:
- “Si mi padre o mi madre me abandonan, me acogerá el Señor. Enséñame, Señor, el buen camino, guíame siempre por sendero plano frente a mis enemigos.” (Salmo 27, 10-11)
- “¿Qué te abate, alma mía? ¿Por qué gimes en mí? Pon tu confianza en Dios, que aún le cantaré a mi Dios Salvador.” (Salmo 42, 6)
- “Pues a mí se acogió, lo libraré; lo protegeré, pues mi Nombre conoció. Me llamará, yo le responderé; estaré con él en la desgracia.” (Salmo 91, 14-15)
- “¿Puede una mujer olvidarse del niño que cría, o dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues bien, aunque se encontrara alguna que lo olvidase, ¡Yo nunca me olvidaría de ti!” (Isaías 49, 15)
- “No temas, pues yo estoy contigo, no mires con desconfianza, pues yo soy tu Dios; yo te doy fuerzas, yo soy tu auxilio, y con mi diestra victoriosa te sostendré.” (Isaías 41, 10)
- “El Señor dice: ‘Nunca te dejaré ni te abandonaré’, y nosotros hemos de responder confiados: ‘El Señor es mi socorro no temeré. ¿Qué pueden contra mí los hombres?'” (Hebreos 13, 5)
- “Nos vienen pruebas de toda clase, pero no nos desanimamos. Andamos con graves preocupaciones, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aplastados.” (2 Corintios 4, 8-9)
- “Depositen en Él todas sus preocupaciones, pues Él cuida de ustedes.” (1 Pedro 5, 7)
- “Los pobres y los humildes buscan agua pero no encuentran, y se les seca la lengua de sed. Pero yo, Dios de Israel, no los abandonaré. Yo, Yavé, los escucharé.” (Isaías 41, 17)
- “El oprimido encuentra su refugio en el Señor; Él es su fortaleza cuando lo rodea la angustia.” (Salmo 9, 10)
- “Sean valientes y firmes, no teman ni se asusten ante ellos, porque Yavé, tu Dios, está contigo; no te dejará ni te abandonará.” (Deuteronomio 31, 6)
- “Porque Dios no rechazará a su pueblo, ni abandonará su herencia.” (Salmo 94, 14)
- “Porque Yavé no rechazará a su pueblo en atención a su gran nombre, ya que se ha dignado hacer de ustedes su pueblo.” (1 Samuel 12, 22)
- “Yo estoy con ustedes todos los días hasta que se termine este mundo.” (Mateo 28, 20b)
- “Acérquense a Dios y Dios se acercará a ustedes.” (Santiago 4, 8)
- “Respeten al Señor todos los fieles, pues de nada carece quien lo teme.” (Salmo 34, 10)
- “Estoy seguro que mi Dios proveerá a todas las necesidades de ustedes, según su riqueza y su generosidad en Cristo Jesús.” (Filipenses 4, 19)
- “Pues bien, yo les digo: Pidan y se les dará, busquen y hallarán, llamen a la puerta y les abrirán. Porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llame a una puerta, se le abrirá.” (Lucas 11, 9-10)
- “Den, y se les dará; recibirán una medida bien llena, apretada y rebosante, porque, con la medida que ustedes midan, serán medidos.” (Lucas 6, 38)
- “Después que el Señor les haya dado el pan del sufrimiento y el agua de la aflicción, él, que es su educador, ya no se ocultará más y ustedes verán al que les enseña. Tus oídos sentirán sus palabras resonar detrás de ti: ‘Este es el camino que debes seguir’, ya sea que vayan por la derecha o por la izquierda.” (Isaías 30, 20-21)
- “Pues sus proyectos no son los míos y mis caminos no son los mismos de ustedes, dice Yavé. Así como el cielo está muy alto por encima de la tierra, así también mis caminos se elevan por encima de sus caminos, y mis proyectos son muy superiores a los de ustedes.” (Isaías 55, 8-9)
No olvides, Dios es un Padre amoroso que ha permitido esta prueba para llevar tu matrimonio y familia a donde siempre ha querido tenerlos, cerca de Su Corazón. Si permitió la prueba, te dará los medios para soportarla y salir de ella (la promesa es que la prueba no superará nuestras fuerzas). Hay testimonios hermosos de esposas que pasaron momentos difíciles, pero Dios no las abandonó.
Dios te lo asegura: confía en Él, pórtate santamente (aleja de tu vida el pecado y toda maldad) y no te faltará nada. Reconoce que estás en una prueba, pero Él ha prometido no abandonarte, sostenerte y auxiliarte. Saldrás de esta prueba victoriosa, pero debes caminar un sendero de confianza y fe absoluta, aprender a hablar con Dios, aprender a escucharle en LA PALABRA, EN TU CORAZÓN y EN LOS SIGNOS, y dar testimonio del amor que sientes por Él y del amor que Dios te tiene.
Eso sí, una cosa es clara: Dios no hará el trabajo que te corresponde a ti. Él pondrá los medios y las personas para ayudarte, pero si te quedas quieto, paralizado sin hacer nada, esperando que las soluciones lleguen por sí solas, las bendiciones no fluirán. Dios no patrocina ni la cobardía ni la pereza. Toma una buena decisión. Ora antes de hacerlo. Pero insisto, te aconsejamos no demandar ni llevar a los estrados (ante el juez) a tu cónyuge. Si decides hacerlo, sé extremadamente justo.
No entres en peleas interminables, tampoco liberes a tu cónyuge de las responsabilidades económicas del hogar que le corresponden. Pídele a Dios que sea tu abogado, juez y que te acompañe en este proceso. Al comienzo, en la confusión y dolor, tendemos a actuar por impulso. Vemos a nuestros cónyuges felices mientras vivimos situaciones económicas difíciles. Pero primero ora, confía y sana tu corazón antes de iniciar un proceso para reclamar la manutención donde se pueden lastimar más y las cosas no van a salir bien.
Dios te bendiga.