“Soy un gran testimonio primero mi vida y después nuestra restauración matrimonial”
“Soy un gran testimonio primero mi vida y después nuestra restauración matrimonial”
Para Gloria de Dios yo soy un gran testimonio primero mi vida y después nuestra restauración matrimonial.
No conocí a mis padres biológicos, me regalaron a la edad de tres años, me rescataron de maltrato infantil. Mi familia adoptiva, era un matrimonio que no tubo hijos, yo llegue a formar parte de una familia de tres, pero muy feliz. Mi papa fallece de cáncer, yo tenis escasos 17 años, fue fuerte pero salimos adelante mi mamá y yo.
Para no quedarnos solas, nos trasladamos a vivir en casa de mis abuelos, cambiando drásticamente para mi la comodidad de mi hogar. En casa de mis abuelos ( por parte de mamá) todo era armonía, fallece mi abuela, nos dedicamos de lleno a cuidar a mi abuelo con principios de pérdida de memoria.
Era pesado estar con mi abuelo y en este tiempo es cuando yo conozco a mi hoy esposo, el fue mi cómplice amor y amigo. Duramos de novios casi diez años, el estudiaba y trabajaba, yo me veía casada y con hijos a su lado, entonces fallece mi abuelo y mi mamá decide que es tiempo de regresar a nuestra casa y en ese momento decidimos casarnos Sergio y yo por civil y por la Iglesia. Ahí creí que por fin encontraba la felicidad y así era 9 meses después, fallece mi mamá.
Mi mundo se desmorona y más cuando me dan la noticia que posiblemente no pueda tener bebes. En este momento de dolor y tristeza y de mucho enojo por lo que estaba viviendo, le dije a Sergio ” si tu quieres un hijo búscalo con alguien más”, el dijo “un hijo no es primordial, yo te amo igual con o sin hijos”. Hoy sé que habló mi ignorancia Espiritual, pues soltera yo pertenecí al grupo de jóvenes en mi parroquia, luego me aleje de la Iglesia por comodidad e ignorancia asistíamos a misa dominical solo por cumplir después ya ni eso.
Después de 12 años de estar juntos, empezamos tener diferencias pequeñas, disgustos nunca llegaron a insultos ni mucho menos golpes. Las discusiones frecuentes eran por que el conoció una mujer que el ayudaba desinteresadamente según el ella quedó embarazada de su novio y mi esposo estuvo al pendiente de su amiga hasta que nació una niña. Ella nos pidió que si queríamos ser los padrinos de bautizó yo acepte no muy convencida, pero así creí que no pasaría a mayores la amistad desinteresada de ambos. Después del bautizó, empeoro su trató conmigo, todo le molestaba, llamaba a escondidas, no tenía tiempo para mi, todo era “trabajo’ y los fines de semana amigos yo no tenía con quien refugiar mi dolor y tristeza, así que hice lo que tiempo atrás me enseñara mi mamá y abuela rezar pero era una oración vacía, una oración condicionada.
Al cabo de poco tiempo, mi esposo llego con la noticia que se iba, que ya no soportaba más, que todo había terminado, sentí como un frío recorría mi cabeza. No se cuanto tiempo llore, y me di cuenta que sola no podía y volví a la Iglesia con más frecuencia, a asistir a la santa misa, a rezar el rosario diario.
A mi esposó no lo deje de ver , ni de llamarle, eso nos ayudó mucho, así que cuando me pidió regresar no lo pensamos dos veces. Fuera de casa solo duro seis meses, pero para mi fue una eternidad.
Volvió, pedimos ayuda Espiritual y de familia, en este caminar conocimos a tantas y tantas personas que nos han ayudado a seguir hoy. Los dos seguimos caminando rumbo a donde nuestro Amado Padre nos lleve, ya son cinco años de estos nuevos vinos.